Desde el punto de vista nutricional, el caracol tiene una calidad comparable a la del pescado. Presenta un contenido de proteína elevado, siendo ésta de valor biológico algo inferior a la de la carne y el pescado. En cambio, los niveles de grasa e hidratos de carbono son escasos. Por otra parte, contiene cantidades importantes de elementos minerales, como calcio, hierro, magnesio y cinc. Con relación a las vitaminas, posee B1, B2 y, sobre todo, niacina, así como, cierta cantidad de vitamina E.
Y también decir que no son del agrado de todo el mundo. Para mí son un manjar exquisito.
Ingredientes:
No pongo cantidades ya que no sé cuántos caracoles había (2 o 3 k. no se)
Caracoles (éstos son salvajes, no tienen nada que ver con los de criadero)
Cebolla
Tomate
Ajo, perejil, sal, aceite
Elaboración:
Lo primero es purgar los caracoles durante 4 ó 5 días y después lavarlos con sal y vinagre (este paso me lo dieron hecho). Una vez que están bien limpios echarlos en una cacerola, cubrirlos de agua junto a unas hojas de laurel y sal. Poner el fuego muy muy bajo, de forma que el caracol vaya saliendo, ir espumando. Mientras hacer un sofrito con la cebolla (muy picadita, a mí no me gusta encontrarmela), el tomate (también picadito, la salsa queda más rica para mi gusto), el ajo y el perejil. Una vez hecho el sofrito añadirselo a los caracoles y dejar cocer hasta que el caracol esté tierno.